9
La verdad nos
arrasó como una gélida avalancha en una fría noche de invierno. La bestia no
existía, David había muerto en vano salvándonos de un delirio, un espejismo. No
podíamos explicar las fotos, la pelea había sido real, lo vimos, lo sentimos.
¿Qué clase de pesadilla estábamos viviendo? ¿Cómo era posible que todos
tengamos la misma visión? Nadie quiso creerlo pero la prueba era dura y
concreta. ¿Cómo refutarla?
-Si es un
delirio ¿Qué pasó con los demás? -pregunto Bananeiro- Están muertos como Duncan
y Darkman aquí a nuestro lado.
-Ya sabemos
quién mató a Darkman -dijo Tetra indignado-. No había razón para matarlo,
estaba herido, con hambre y frío, con fiebre seguramente. Estaba enfermo y
delirando.
-Estaba
matándonos y después de quebrarle la pierna quiso continuar haciéndolo -agregó
Aborto poniéndose de pie-. No escuché ningún agradecimiento de ustedes. Si yo
no estuviera aquí Darkman los habría matado uno por uno.
-Es cierto
-dije-, tengo que darte las gracias, venía directo a mí y lo evitaste -Miré el
cuerpo de Darkman en el suelo, sentí lástima por él. Parecía dormido,
inofensivo, aún dolido con una de sus manos en su pierna herida.
-Te llamó
asesino -dijo Bananeiro-. ¿Sabes por qué? ¿Lo empujaste en la escalera?
-No -le
respondí-, estábamos bajando muy rápido y él se tropezó. Me culpó por lo de su
hermano y deliró el resto. Debe haber tenido una pesadilla.
No quedaron
muy convencidos de mi explicación, ni yo tenía claro por qué Darkman me culpó
de su accidente. Lo único que recuerdo es que corríamos asustados y él cayó a
mi lado.
El viento
estaba soplando con mayor fuerza así que decidimos ir hacia planta baja.
Salimos a las escaleras, no escuchamos gritos ni ruidos, bajamos despacio
iluminados por el celular de David, Tetra a la cabeza de la fila, Joche al
final con su cámara. Llegamos a planta baja y nos detuvimos frente a la puerta.
No sabíamos qué podíamos encontrar después de la confusión de hace unas horas.
Tetra fue el primero en tomar coraje y la abrió. La puerta se detuvo a unos
escasos centímetros, algo estaba trabándola del otro lado. Empujó con más
fuerza con ayuda de Bananeiro., un rastro de sangre se dibujó debajo de la
puerta a medida que se iba abriendo. La cruzamos uno a uno, lentamente; el
panorama nos dejó paralizados. Los rayos de luz jugaban con las sombras de
innumerables cuerpos sin vida, amorfos rostros moribundos se revelaban en la
penumbra burlándose con ademanes torcidos. Habían matado a quienes habían
quedado en el salón de planta baja, era un campo de batalla abandonado cubierto
por las víctimas de la insaciable muerte.
-¿Qué diablos
pasó aquí? -dijo Bananeiro angustiado.
-Vamos hacia
la salida rápido -dijo Gudrum decidido-, no miren los cuerpos, solo pisen entre
ellos y continúen sin mirar. La salida está a unos metros de aquí.
Avanzamos
entre los cadáveres, trastabillando y revoloteando los brazos en el aire para
mantener el equilibrio como el fantoche de un titiritero alcoholizado. Algunas
pisadas patinaban en negros y viscosos fluidos forzándonos una apertura lateral
incómoda y dolorosa. Alguien me tomó del pie y grité asustado, Tetra iluminó
rápidamente, mi pie se había enredado en un cinturón que sobresalía de uno de
los cuerpos. Luego de unos minutos de danzar entre difuntos llegamos a la
puerta de salida que daba al patio interior. Estaba cerrada, era una puerta
doble de vidrio grueso con un gran cerrojo metálico. Los guardias de seguridad
estaban muertos al pie de la misma. A través del vidrio distinguimos el cuerpo
quebrado e inerte de Psycobolche acariciado por el interminable viento. Tetra
empujó sin éxito. Aborto empujó con mayor fuerza y la puerta no aflojó.
Intentamos varios golpeando al mismo tiempo con nuestro cuerpo pero no cedía.
-Busquemos
algo para romper el vidrio -ordenó Gudrum al grupo-. Vamos todos juntos, nadie
se separa del resto.
La danza de
los muertos continuó, vacilamos entre pálidos y dolidos rasgos familiares,
compañeros de trabajo que saludábamos formalmente cada vez que cruzábamos en
los pasillos. Nos dirigimos al bar. No había rastros de sillas o mesas, sólo
más cadáveres, más muerte. La puerta del salón de conferencias que daba al bar
estaba entreabierta y pudimos distinguir una pequeña luz dentro. Una sombra
tapó la luz durante unos segundos, mi agotado corazón aceleró su sufrido ritmo
como un motor descompuesto y recalentado.
-Hay alguien
ahí dentro -dijo Aborto en voz alta y sin temor alguno. Se dirigió a la puerta
con grandes trancos caminando con firmeza y despreocupación sobre los múltiples
cuerpos en el suelo. La abrió empujándola fuertemente con ambos brazos. No
podíamos ver lo que había en el salón, únicamente la oscura figura de Aborto
cubriendo una amarillenta luminiscencia.
Nos acercamos
a él tropezando, llegamos a la puerta y vimos lo que dejó paralizado a Aborto.
Un hombre estaba sentado en el medio del salón con la cabeza gacha, las piernas
cruzadas y las manos sobre sus rodillas, como el espíritu de un antiguo jefe
indio en medio de un ritual. Estaba rodeado de velas encendidas que formaban un
círculo perfecto alrededor, incontables cadáveres estaban acomodados alrededor
de las velas en posición de adoración, de rodillas con la cabeza pegada al
suelo y los brazos apuntando hacia el centro del círculo.
-¿Qué mierda
quieren? -dijo la delgada figura sin moverse. Era una voz familiar, con un
toque inconfundible de francés. Imposible no reconocerlo. Sylvain.
Sentí un dolor
terrible en la nuca y caí sobre uno de los fríos cuerpos, una masa rígida,
helada y húmeda. Aborto cayó inconsciente a mi lado. Intenté levantarme pero no
me respondían los brazos. Escuché ruidos detrás, golpes, caídas. Alguien pasó a
mi lado arrastrando a Bananeiro desmayado. Mi cabeza daba vueltas, mis párpados
se volvieron pesados. Las tinieblas me envolvieron.
Abrí los ojos
lentamente, un cielo celeste y claro me cegó por un instante. Estaba recostado
en un descampado rodeado de edificios derruidos. Me levanté estirando
fuertemente mis miembros entumecidos. Mis amigos corrían de un lado a otro
cargando pesadas armas de guerra. Volaron en pedazos con una terrible explosión
que me lastimó los oídos. Caí en el suelo confundido, mi cabeza latía con un
dolor insoportable. Un par de bestias oscuras rugieron en la distancia y
derribaron a mis amigos que habían surgido nuevamente de atrás de los muros,
resucitados por el capricho de algún dios juguetón. Las bestias los
despedazaron mientras los gritos aterradores se confundían con los rugidos; al
terminar su faena se acercaron y me mordieron salvajemente las manos. Un dolor
espantoso me hizo gritar con todas mis fuerzas, el calvario continuó sin pausa
y los alaridos de mis amigos se ahogaron en mi cabeza aturdida por mis propios
chillidos.
Desperté
gritando desesperado y azorado de dolor. Unos opacos rayos de luz bañaban el
salón de conferencias. Estaba de espaldas a la pared con los brazos y las
piernas abiertos. No podía moverme, con cada intento el dolor me mordía sin
piedad las extremidades, tenía clavos traspasando las palmas de mis manos y mis
pies. A mi alrededor los gritos no cesaban. Frente a mí estaban Bananeiro y
Joche, ambos desnudos, gritando martirizados, con brazos y piernas abiertos y
clavados contra la pared sobre un círculo y un cuadrado de sangre. El terror me
invadió al ver miembros cortados, piernas y brazos, clavados junto a ellos
falseando el hombre de Vitruvio en un espectáculo horroroso creado por un Da
Vinci sádico y enfermo. No tardé en descubrir que el horror estaba también
fijado a mis costados. Miré espantado a mi lado, Aborto y Tetra corrían la
misma suerte. El dolor me mordió nuevamente y comencé a gritar, uniéndome al
coro infernal que ya se había gestado en el lugar.
Lentamente se
abrieron las puertas y entró Gudrum seguido de un Sylvain serio y arrogante,
mirándonos con desprecio. Nuestros gritos desaparecieron dando paso a
incontables lágrimas. Recordé el día que conocí a Sylvain. Había venido de
Francia a trabajar en la empresa, hablaba español fluidamente y su nivel
técnico era sorprendente, no había lenguaje de programación que no aprendiera a
dominar rápidamente. Su relación con los demás era buena, y se había ganado el
respeto de todos debido a su alto conocimiento.
-Hermoso -dijo
Sylvain -el cuerpo humano en su máxima perfección.
-¿Porqué? -la
voz quebrada y débil de Tetra buscaba una respuesta. Miró a Gudrum incrédulo y
dolorido. Gudrum no respondió, nos miraba con el rostro tenso.
Sylvain se
acercó a Aborto. Sentí un fuerte perfume dulzón y penetrante.
-Estás ante
Sinara en persona -dijo Sylvain mirándolo seriamente. Sylvain no jugaba al
Wolf, lo consideraba una pérdida de tiempo-. ¿No vas a agradecerme por haber
creado el mejor mapa que has jugado jamás? ¿Te excitaste? ¿Me deseas ahora?
-Eres un
enfermo, te voy a matar y lo voy a disfrutar -dijo Aborto sin moverse,
cabizbajo soportando el dolor.
-Eres un
pichón alimentado por mis manos -continuó Sylvain-. Has convertido un juego en
lo más importante de tu vida y has llevado a tus amigos a su perdición con
ello.
Se acercó a
Gudrum y le dijo algo al oído en un inentendible francés. Gudrum sacó un gran
cuchillo de su espalda y se acercó a Tetra.
-Los
incrédulos y los débiles deben morir -le dijo Gudrum a Tetra- abrázame amigo,
nuestras almas estarán unidas para siempre.
Con un torpe
movimiento le abrió el cuello. Miles de lágrimas rojas salieron despedidas
bañando el despojado cuerpo de Tetra, liberando la angustia de la reciente
traición.
-Très bien
-dijo Sylvain sin entusiasmo- Êtes-vous prêt?
-Estoy listo
para mi purificación -dijo Gudrum acercándose a Sylvain y ubicándose de espaldas
a él. Sylvain cubrió completamente la cabeza de Gudrum con un plástico
transparente presionando su rostro, impidiéndole respirar. Gudrum no se
resistió, durante unos minutos tembló y pataleó ante la falta de oxígeno y
finalmente cayó al suelo sin vida.
-Que
dois-je faire avec vous quatre? -dijo Sylvain mirándonos uno a uno. Su
francés era melodioso, hermoso y terrorífico como un poema de Lovecraft
relatado sensualmente. Tomó el cuchillo del suelo y se acercó a Bananeiro quien
comenzó a bramar pidiendo ayuda, intentando inútilmente soltarse de los sólidos
clavos que atravesaban su carne.
-Es inevitable
ver como el tiempo consume la fe de los fieles -dijo Sylvain limpiando la
sangre del cuchillo en su ropa. Miró a Bananeiro con curiosidad-. Tú tenías el potencial
para reemplazarme, pero te uniste a esa manada de ignorantes destrozando tu
valioso conocimiento con placeres inútiles. Todas estas muertes tienen más
sentido que tu vana vida materialista.
-Jamás
llegarás a igualar a Luc Jouret -le dije intentando evitar la muerte de
Bananeiro.
-¡Jouret era
un ignorante! -gritó violentamente dando media vuelta y mirándome con furia.
Levantó el cuchillo en el aire y con un veloz movimiento de brazos cruzó un
rayo de luz por el cuello de Bananeiro cortando su vida y sus sueños. La tibia
sangre regó el suelo robando recuerdos de amores perdidos y correspondidos.
-Jouret
buscaba fieles para imponer su Orden del Templo Solar -continuó Sylvain
desdeñando el último sufrimiento de Bananeiro- llevándolos estúpidamente a
lugares apartados del bullicio de la ciudad; jamás iba a lograr cambiar a la
humanidad con un puñado de imbéciles compartiendo un campamento de verano.
Ahora es diferente, nuestro plan es tan perfecto como ustedes mis queridos
Vitruvios. Llevamos años planificando purificar a la humanidad de su creciente
materialismo egocéntrico y apático, estamos en todas partes del mundo, en cada
gran empresa de software contamos con los mismos métodos de persuasión usados
por Jouret en su pequeña secta campestre. Es tan fácil introducir una idea en
un cerebro agotado. ¿Cuántas horas extras han trabajado este último tiempo?
Quiébrales el descanso y se volverán mansos como palomas ¿Cuántas veces los han
levantado a media noche con un asunto urgente para resolver? Sus mentes
extenuadas son como arcilla blanda en las manos de un alfarero. Y la
humillación sufrida en las evaluaciones de desempeño quiebra su autoestima al
someterse al caprichoso análisis de un superior inseguro buscando subir de
nivel en una falaz pirámide de poder estéril. Todos quieren llegar a sentarse
en el trono del máximo líder pisoteando y denigrando a quienes están en el
nivel inferior. Los líderes abusivos son los títeres de las sectas del nuevo
siglo.
-Estás loco
-le dije llorando por la desgraciada suerte de Bananeiro, sintiéndome
responsable por su muerte. La demencia de Sylvain me estaba sofocando, quería
huir lejos de esta pesadilla.
-¡Tú eres la
arcilla más maleable de todas! -me dijo apuntándome con el cuchillo-.
¿Disfrutaste matando a Cherno? Tú y tu estúpido grupo de jugadores escapaban a
mis talleres de persuasión para refugiarse en un pasatiempo absurdo. No me
llevó mucho tiempo crear un mapa con los mismos métodos de persuasión en cada
rincón. Su irracional entusiasmo por el juego hizo el resto, no hice más que
tirar una piedra sobre una frágil montaña de rocas sueltas. Los traidores
quisieron advertírselos pero recibieron su justo castigo, Juancho fue torturado
lentamente, Psycobolche escapó cobardemente al castigo pero su alma sufrirá eternamente
en el círculo del bosque de los suicidas.
La última
frase terminó con un alarido ahogado, cerrando sus huesudos puños con fuerza y
doblándose de odio y rencor ante una situación fuera de su alcance. Luego de
unos segundos recobró su compostura y continuó.
-¡Ustedes no
hicieron más que matarse bajo mis órdenes! Cuando los fieles pierden la fe el
único camino es convertirlos en mártires para buscar nuevas mentes vírgenes.
Mauricio fue una amenaza desde el principio, quizás el único espíritu libre, no
pudimos quebrarlo. Intentó inútilmente buscar ayuda cuando descubrió la verdad.
Gudrum lo eliminó con maestría, la purificación había comenzado, eliminando a
los débiles, suicidándose luego los fieles. La mente es un arma poderosa,
ustedes mismos inventaron el caos a su alrededor para proteger su inmaculada
inocencia de las aberraciones que estaban cometiendo. ¿Quién más escribiría
esas estúpidas frases junto a los muertos? Su trastornado fanatismo por el Wolf
se expresaba en medio del delirio. Los tontos policías nunca esperaron
semejante golpiza de unas ratas de oficina. La mente puede llegar a ser irónica
a veces, tu amigo Cherno no creía en el demonio y sin embargo lo vio antes de
que lo mataras, buscando una explicación racional hasta el último segundo de su
vida.
-No quiero
morir -sollozó Joche con incontables lágrimas.
-Es natural
que le temas a lo desconocido -respondió Sylvain acercándose y acariciándolo
con el costado del cuchillo-, la muerte es sólo un paso a una vida mejor. ¿Qué
sentido tiene tu vida si depende de inútiles máquinas? Y ahora de cara a la
muerte ¿de qué sirven tus días entregados a falsas vivencias detrás de una
pantalla, ignorando a quienes tienes a tu alrededor? Vidas virtuales, amigos
virtuales. Los estamos liberando de una vida vana y sin sentido. No alcanza con
hablarles de un Nuevo Orden, deben morir los contaminados para que muera el
vacío que alimentan. La actual virtualidad de nuestros actos es tristemente
endeble, en cambio lo que hacemos en la vida real por los demás y por el mundo
permanece y es inmortal.
Hizo una pausa
y acarició los miembros cortados alrededor de Joche.
-Igual que
Leonardo -continuó- si él hubiera hablado sobre la perfección del cuerpo humano
nadie le hubiera dado la importancia que se merecía, en cambio decidió
expresarse en una obra de arte maravillosa, plasmando toda la belleza de sus
estudios en un solo lugar, por toda la eternidad. -Comenzó a acariciar el pelo
y las facciones del horrorizado rostro de Joche bañado en lágrimas-. El arte de
nuestras obras no es apreciada hasta después de cientos de años cuando la
humanidad evoluciona. Somos una pincelada más en la obra que ahora estamos
regalando al mundo, los estoy haciendo inmortales. Los pocos sobrevivientes nos
uniremos en el Pico de Bugarach a comenzar una nueva humanidad forjada por
valores naturales evitando cualquier clase de materialismo consumista.
Levantó el
brazo con el cuchillo en alto. Joche cerró los ojos y esperó temblando su
inevitable fin.
-¡Jajajajajaja!
-se rió Aborto descontrolado. Se había soltado uno de los brazos y estaba
colgando del otro como una res en una carnicería-. ¿Empresas y sectas? ¡No te
sirvió de nada lavarle la cabeza a la Juancha! ¿Te traicionó? ¡Juancho siempre
hizo lo que quiso! Lo llamábamos el server histérico, cuando perdía en el Wolf
apagaba el server y se iba ofendido como un niño. ¡Jajajajajaja!
-No has
aprendido nada -dijo Sylvain irritado acercándose- sigues idiotizado por ese
juego. Eres un desperdicio, no mereces la muerte.
Sorprendentemente
Sylvain dio un salto hacia mí y me cortó el cuello ferozmente, mirando a Aborto
y desafiándolo. No sentí dolor, sólo alivio, el sufrimiento en todo mi cuerpo
salió despedido por mi herida. Vi a Aborto furioso soltarse de los clavos y
tomar a Sylvain como un toro corneando un torero flaco. Una fortísima explosión
derrumbó las puertas y hombres armados entraron al salón. Aborto sostenía el
cuerpo flácido de Sylvain en alto gritando “¡Need a medic! ¡Wolf! ¡Wolf!”, una
lluvia de balas le atravesaron el cuerpo y cayó como un viejo roble empujado
por el viento en una tormenta.
Aborto había
salvado a Joche de una horrible muerte. Quise darle las gracias pero sólo salió
un lento y húmedo gorgoteo del corte en mi cuello. Mi vida se esfumaba
regalándome visiones de tiempos pasados, corriendo de niño irresponsablemente
sucio e alegre, espiando a las chicas con amigos, haciendo el amor con mi
esposa, atrapado por la dulce e interminable sonrisa de mis hijas. Alguien se
acercó y me habló con palabras olvidadas. Las formas se desdibujaron, los
sonidos se apagaron, todo se desmaterializó y aparecí en el parque con mi
esposa e hijas, rodeado de risas, amor y felicidad.