Tormento: Capítulo 7

7

Los gritos arriba cesaron pero ninguno tenía el valor suficiente para volver. Abajo continuaron durante varios minutos y fueron más aislados a medida que los segundos corrían lenta y pesadamente. Decidimos abandonar las frías e incómodas escaleras y entrar al tercer piso. Era un salón amplio y oscuro, con muchas ventanas que daban al patio interior y zumbaban con el interminable viento. Nos tiramos en el piso a descansar y decidir qué hacer. Darkman gritó de dolor cuando Gudrum y Tetra lo ayudaron a sentarse en el piso, su rodilla era un inmundo balón morado de sangre cuajada. No podíamos pedir ayuda por teléfono y nadie quería salir por las ventanas debido al miedo y al terrible vendaval. Los celulares comenzaron a emitir un sonido agudo pidiendo batería y los apagamos. La oscuridad fue total.

Tormento: Capitulo 6

6
Un relámpago intenso cegó a Bananeiro. Cerró los dolidos ojos y se los restregó con ambas manos. La imagen de los inertes cuerpos quedó grabada en su retina bailando borrosamente en el aire como un par de espíritus macabros.

-¿Pero...? -dijo intentando abrir los ojos sin éxito.

Tormento: Capitulo 5

5

Juan avanzaba por el pasillo con paso firme y constante. Cherno y yo íbamos detrás hablando y mirando atentamente a nuestro alrededor, cada rastro de luz moviéndose en la oscuridad era una fugaz amenaza de muerte. Juan continuaba caminando a paso cada vez más rápido, se alejó de nosotros y se fundió en la negrura como un espectro regresando a sus tinieblas.

-Juan... -lo llamé.

No respondió. Tampoco escuchábamos ahora sus pasos.

Tormento: Capítulo 4

4

Todavía estábamos absortos ante el descabellado accionar de Psycobolche y sus extrañas palabras cuando el cielo comenzó a oscurecer rápidamente y un viento fuerte y helado golpeó con ferocidad las ventanas. Nubarrones negros danzaban en el aire burlándose del sol y cubriendo los últimos rayos de luz y calor. Miré a Cherno para buscar una explicación lógica pero éste en silencio se aferraba con todas sus fuerzas a la realidad para que no estallara en mil pedazos dando paso a sus propios demonios.

Tormento: Capítulo 3

3

-¿Cómo subió hasta aquí? -dijo acercándose uno de los policías-. ¿Quién lo dejó pasar?

-No fue difícil distraer a los policías de abajo y escabullirme por las escaleras -dijo Aborto levantando la voz como acostumbraba, quizás para hacerse notar o simplemente producto de su tremenda caja torácica-. No es extraño que anden matando gente y no encuentren al responsable, seguramente el asesino ya salió del edificio. -Nos miró a todos con disgusto-. Tienen cara de que se creyeron todas las estupideces que les contó David -Se dirigió al mismo con desprecio-. Les dijiste que el mapa nos quiere matar, ¿no? Nunca debería haberte dicho de una maldición, sin duda lo jugaste con los pañales puestos.

Tormento: Capitulo 2

2

Ambos policías esperaban una explicación de mi parte, pero yo no podía apartar mis ojos de esas palabras. Era nuestra frase preferida ante cada situación complicada en el trabajo. Era nuestro escape del día a día, del stress de los proyectos, de los días aburridos, de la monotonía de un día sin cambios y sin presiones. Dynamite defused, se repetían en mi mente como una burla a mis sentidos. Es que no tenía sentido. Tanta sangre, tanta violencia, en un amigo que cada día bromeaba y reía con nosotros; no se merecía esto, nadie merecía algo así.

Los gritos resonaron en los pasillos como un trueno en una noche de verano, borrando mis pensamientos y regresándome a la cruda realidad.

Tormento: Capítulo 1

1
El ómnibus frenó bruscamente tirándome contra el fondo con violencia. Un dolor fuerte en el hombro me despertó de mi ensueño, eran las 9 am, un día más de trabajo, y había comenzado mal. Estaba parado dirigiéndome a la puerta trasera para bajar en la próxima parada. Diariamente para ir al trabajo tomaba el único ómnibus que llegaba al barrio, una hora de viaje que aprovechaba escuchando música o las noticias.

Bajé del ómnibus y caminé las tres cuadras diarias desde la parada hasta el edificio del trabajo, nada nuevo para ver, siempre el mismo camino y la misma gente, bocinazos, bares semivacíos, gente apurada. Lo único que te mejora esas cuadras es ver a una linda mujer caminando cerca de ti. Me dijeron que cerca de los 40 te gustan todas y es cierto, a pesar de estar casado y con dos hijas sigo mirando mujeres. Nada serio, puro instinto de quien va saliendo poco a poco de su juventud.

Cuando vi los autos de policía en la puerta del edificio no pensé que era por algo grave.

-No puede pasar -dijo un policía frenándome el paso.

-Trabajo en este edificio -le expliqué.

-Pase entonces, pero solamente al subsuelo, quieren hablar con todos los que trabajan aquí.

-¿Qué pasó? -pregunté.

-Adentro le van a explicar -dijo indiferente mirando hacia otro lado.

Cruzando la puerta principal había otro policía que no me permitió pasar hasta que le entregara el celular; dudé un instante pero quería saber qué estaba pasando así que se lo entregué no sin antes asegurarme que estaba bloqueado. Más adelante me encontré con Pablo, su cara no emitía gesto alguno y estaba más pálido que de costumbre.

-Hola Pablo. ¿Qué pasó? ¿Qué te robaste? -mi broma lo aflojo lo suficiente para robarle solamente una mueca.

-Encontraron un muerto en el edificio -dijo con su inconfundible voz de locutor. Pablo no solamente tenía voz como para trabajar en una radio, también dibujaba mejor que nadie que conozco; siempre me pregunté qué hacía trabajando como programador-. Parece que es en el piso de Gamelord, pero no quieren decir quién es ni cómo lo encontraron, están esperando a que llegue más gente.

No me corrió ningún sudor frío como hubiera esperado de una noticia así, solamente curiosidad por saber quién era y cómo ocurrió. Duncan llegó apurado y preocupado, cruzó la puerta principal casi sin vernos y cruzó unas palabras con el guardia del edificio. Continuó su camino y se perdió en los pasillos. Me acerqué al guardia para saciar mi curiosidad.

-Hola. -dije amablemente. Nunca supe su nombre ya que nunca nos presentamos aunque nos saludamos siempre al entrar y salir.

-Como va Crespo -dijo en voz baja pero mirándome fijamente. 

-Hasta que llegué aquí bien. ¿Tienes idea de qué está pasando?

-Encontraron un cadáver en el edificio, más que eso no puedo decirte.

-Decime algo que no sepa. ¿Sabes quién es o cómo sucedió?

-No -dijo secamente mirando a un par de policías que venían de los pasillos directamente hacia nosotros. Los miré fijamente pero ellos me ignoraron, pasaron a nuestro lado y siguieron hacia la salida. Se detuvieron junto al único policía que había en la puerta de salida, cruzando unas pocas palabras entre ellos.

Vi llegar al Fede, se veía sorprendido y mantenía su acostumbrada seriedad. Nuestro diálogo fue el mismo que tuve con Pablo, y cada vez que llegaba alguien repetíamos el mismo guión, variando algún que otro gesto. El guardia se acercó a nosotros y nos dijo que pasemos adentro, al salón principal; me alivié porque ya no quedaba mucho espacio en la sala de entrada y faltaba mucha gente por llegar.

Esperamos más de una hora en el salón, mirándonos y hablando de estupideces para aliviar la tensión. De pronto entró al salón Duncan con dos hombres, al parecer policías de civil ya que iban armados. Se hizo un silencio sorprendentemente rápido, como nunca había pasado antes en ese salón cuando hacíamos conferencias sobre el futuro prometedor de la empresa. Duncan no ocultaba su preocupación y al parecer quería transmitirla.

-Buenos días a todos -dijo Duncan con su tono extranjero. Hace varios años que dejó su Canadá de toda la vida y se instaló en Argentina, pero su forma de hablar continuaba siendo inconfundiblemente anglosajona-. Lamento mucho tener que reunirlos a todos para darles una noticia tan triste. Les presento al señor Vazquez y al señor Conti, inspectores de policía a cargo de lo ocurrido recientemente. Se ha encontrado un cuerpo en el edificio anoche y están pidiendo nuestra colaboración para aclarar el hecho. Se los va a ir llamando en grupos separados, por favor les pido paciencia, sé que están esperando hace mucho tiempo.

Sorprendentemente yo estaba en el primer grupo que llamaron, junto con el Fede, Gabi, Juancho y todo el equipo de MIDP.

Nos llevaron a la sala de recursos humanos, en el sexto piso, por las escaleras. Nos acompañaron Duncan y los dos hombres, en silencio y sin mirarnos. Llegamos agotados, éramos demasiados para una sala tan chica, no podíamos evitar sentirnos incómodos. Una vez que estuvimos todos adentro comenzó a hablar uno de los policías.

-Voy a ser rápido e ir al grano. Lo que les voy a decir les va a impactar, pero no estoy para sensiblerías. Ha muerto un compañero de trabajo de ustedes, su nombre era Mauricio Herencia.

Todos intentamos decir algo al mismo tiempo y nuestras palabras se perdieron en el bullicio.  Mauricio trabajaba con nosotros y era excelente persona, amigable; simplemente no podíamos creerlo. Varios pensábamos que hoy cumplía con su trabajo desde casa, un beneficio de la empresa que todos disfrutábamos semanalmente. Los policías nos miraron fijamente uno a uno, y no contestaron ninguna de nuestras preguntas. Duncan levantó las manos y pude ver una lágrima asomando en uno de sus ojos. No dijo una sola palabra, y todos nos hicimos silencio.

-Lamento mucho su pérdida -dijo el otro policía, con un gesto más amable pero firme- y lamento mucho la forma en que fueron informados -en ese momento miró al otro policía y éste solo hizo un gesto con los hombros-. Sé que era su compañero de trabajo, y por eso mismo los hemos llamado en el primer grupo. Los hemos citado porque su compañero fue asesinado y necesitamos respuestas.

Esta vez el silencio fue como un puñal frío cortando el aire. Había lágrimas en varios de nosotros, algunos se sentaron lentamente, otros se pusieron de pie. Yo estaba parado en un borde de la habitación y tuve que sostenerme contra la pared para no caerme. Sentía náuseas y me faltaba el aire. Miré a Duncan para obtener alguna respuesta pero él solamente nos miraba fijamente a los ojos, como estudiándonos.

-Mi compañero y yo vamos a hablar ahora mismo con cada uno de ustedes por separado, por favor esperen nuevamente. -Se acercó a mí mirándome fijamente-. Usted es Ignacio Crespo ¿no? -Asentí-. Por favor acompáñenos.

Fuimos hacia una de las salas cercanas. Nos sentamos en las sillas negras que la oficina había comprado hace poco, mullidas y cómodas, aunque esta vez no encontraba posición alguna que me calmara. Me transpiraban las manos y estaba a punto de desmayarme.

-¿Quieres tomar algo Ignacio? No te ves bien -Duncan había mostrado su primera muestra de aprecio desde que comenzó el día.

-Un café me vendría bien, no he tomado nada desde que desperté esta mañana.

Se levantó y salió rápidamente, no sin antes darme una palmada en el hombro como muestra de que era el mismo Duncan de siempre.

-Señor Crespo, antes de comenzar voy a mostrarle unas fotos que es necesario que vea. Si quiere puede esperar ese café antes de verlas, no son para nada agradables.

-Puede mostrármelas -dije mostrando la mayor fortaleza que podía.

Como suponía eran varias fotos del cadáver de Mauricio. Se me cerró la garganta como si un fuerte puño me hubiera tomado del cuello. Estaba tirado en el suelo en un enorme charco de sangre, los ojos sorprendentemente abiertos mirando hacia arriba. Un grosero corte le cruzaba el cuello de lado a lado. Había pasado ya varias fotos y sentí alivio porque ya estaba terminando, pero cuando llegué a la última me paralicé, la garganta se me cerró con más fuerza aún, intenté tragar saliva pero me fue imposible. Todo comenzó a desdibujarse a mi alrededor. No sé cuánto tiempo estuve viéndola hasta que una mano me tomó del hombro y una voz me habló al oído.

-Creemos que usted y sus amigos pueden darnos una pista de todo esto señor Crespo -dijo el policía señalando la foto que yo estaba mirando.

Duncan entró con el café en la mano. Yo seguía con la vista fija en la última foto, sin poder creerlo. No fueron los grandes ojos vacíos, la posición absurda de sus piernas y brazos, la fría palidez del cuerpo ni el horrible corte en el cuello lo que me dejó sin habla, fueron las palabras escritas a su lado en la pared, al parecer con su misma sangre: “DYNAMITE DEFUSED!”